El 5 de agosto de 1503 se celebró un banquete en la residencia de Castellesi del cardenal Adriano di Corneto. Entre los asistentes destacaban dos personajes ilustres: el papa Alejandro VI y su hijo César Borgia.
Lo que pretendía ser un agradable encuentro inesperadamente acabaría de manera fatal. En los días posteriores, casi todos los comensales fueron cayendo gravemente enfermos, presentando vómitos y fiebre. El Papa, al día siguiente del convite vomitaría la cena expulsando gran cantidad de bilis, indicando su médico personal, Bernardo Buongiovanni, la práctica de sangrías. Todo resultó inútil y trece días después fallecería a la edad de 72 años. Su hijo César también quedaría afectado, pero su juventud le ayudaría a vencer la enfermedad.
No voy a desvelar la causa final de su muerte porque nadie lo sabe con certeza, y aunque hasta ahora la mayoría de historiadores barajaban la hipótesis del envenenamiento como la más probable (algunos aseguran que sería el mismo Alejandro VI y su hijo quien tenían previsto envenenar a otros convidados y por error de un sirviente el veneno acabó en su copa) muchos son ahora los que se inclinan por otro motivo mucho menos novelesco, la malaria, apoyados por el hecho de que aquel verano del año 1503, un brote de malaria ocasionó la muerte de miles de romanos.
El aspecto nauseabundo del cadáver, con la piel negra y la lengua fuera de la boca, no haría más que reforzar el envenenamiento -probablemente con arsénico- y así se difundiría por toda Italia el rumor, porque enemigos no le faltaban, sobre todo italianos: los Médici, los Colonna, los Savelli, los Bentivoglio, la familia Orsini e incluso el futuro Papa Julio II, el cardenal Della Rovere.
El Papa
Alejandro VI fue el Papa número 214 de la Iglesia católica, siendo su nombre Rodrigo Borja (lo de Borgia no es más que una italianización). Nació en Xàtiva (Valencia) en el seno de una noble familia con origen en el Reino de Valencia, perteneciente a la Corona de Aragón, que había destacado en la conquista del territorio valenciano a los musulmanes durante el siglo XIII. Su tío, el papa Calixto III, en su breve pontificado de tres años le ayudaría a escalar puestos en la Iglesia, siendo nombrado obispo de Valencia.
Cuando el papa Inocencio VIII falleció en 1492 se disputaron la sucesión tres cardenales italianos y el propio Rodrigo Borja. Contra pronóstico y con el apoyo del cardenal Ascanio Sforza y algún que otro soborno y amenaza, el cardenal español se impondría al resto.
Lejos de toda polémica y leyenda negra, el papa Alejandro VI fue muy habilidoso y eficiente a la hora de conducir los asuntos de la cancillería romana, algo que incluso sus enemigos más acérrimos se lo reconocían.
Le tocó vivir en una época de acontecimientos históricos como el reparto de las tierras del Nuevo Mundo entre Castilla y Portugal (Bulas Alejandrinas), promulgó el Edicto de Granada por el que fueron expulsados los judíos de todos los territorios del Imperio Español, tomando por aliada a la Corona de Aragón -a la que benefició-, y otorgando el título de Reyes Católicos a Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla.
Promulgaría la creación de un Tribunal Supremo compuesto por cuatro doctores de Jurisprudencia y normas que evitaran los abusos judiciales; apoyaría las ciencias y las artes rodeándose de personas muy cultas y válidas, embelleciendo la ciudad de Roma, entre ellas el proyecto a Bramante para construir una nueva basílica de San Pedro (llevándose el mérito su sucesor, el papa Julio II) y la construcción del edificio principal de la Universidad de Roma.
No cabe duda de que su mayor ambición no era otra que conseguir el dominio de toda Italia por parte de su familia, a la vez que su hijo César le sucediera en el pontificado, y para lograrlo sumaría un total de trece nuevos cardenales al Colegio cardenalicio, todos aliados suyos, entre ellos a su propio hijo.
Por supuesto sería acusado de simonía, lujuria, adulterio y chantajes, pero en aquellos tiempos… ¿quién no lo hacía?
Una novela:
O César o nada, de Manuel Vázquez Montalbán (1998).
La Roma de los Borgia, de Guillaume Apollinaire (1913).
Links imágenes:
Livioandronico2013; Sharat Ganapati
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