
No sé si recordaréis una película en la que el famoso arqueólogo y aventurero Indiana Jones hacía servir la traducción de un libro medieval para encontrar la Piedra Filosofal. Ciertamente ese libro existe y aunque él solito -en la ficción, claro- consiguió descifrar el texto de ese manuscrito, en realidad, nadie ha sido capaz de hacerlo. Me refiero al Manuscrito Voynich.
Su traducción es desde hace décadas uno de los mayores retos a los que se han enfrentado lingüistas y criptógrafos de todo el mundo, incluso lo intentaron sin éxito la CIA, los americanos que descifraron los códigos del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial y sofisticados ordenadores con sus complicados programas matemáticos.
Propietarios del manuscrito
Uno de los primeros bien pudo ser el nieto de Carlos I de España, Rodolfo II de Habsburgo , quien lo adquirió por 660 ducados de oro, tal como se menciona en una carta escrita en 1665 y que se encontró en el interior del libro. Durante el siglo XVI pasaría por distintas manos que intentaron infructuosamente descifrarlo y el primer dueño confirmado fue un oscuro alquimista llamado Georgius Baresh del siglo XVII, que lo mencionaría en una carta en 1639 dirigida a uno de los mayores sabios de la época, el erudito jesuita Atanasio Kircher, quien tampoco pudo descifrar el código.
A partir de 1666 se le pierde la pista, lo más probable es que fuera conservado por la biblioteca del Collegio Romano, actual Universidad Pontificia Gregoriana, hasta que el anticuario Wilfred M. Voynich lo encontrara en 1912, en los alrededores de Roma, en una biblioteca jesuita. El Collegio Romano se vio obligado a vendérselo junto a otros manuscritos por su precaria situación económica, poniéndose entonces su nombre al mismo.
El coleccionista Hans Peter Kraus lo adquiere cediéndolo a la Universidad de Yale donde actualmente se encuentra, en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos, siendo el segundo libro más solicitado de la Biblioteca tras la Biblia de Gutenberg.
Lo inexplicable…
Las pruebas del Carbono 14 y el análisis de la tinta lo autentifican como un documento medieval escrito en el siglo XV, y el análisis estadístico del texto revela que se trata de una lengua natural, ya que cumple -entre otras- la “ley de Zipf” que establece que en todas las lenguas humanas la palabra más frecuente en una gran cantidad de texto aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera más frecuente, el cuádruple que la cuarta… una ley que se desconocía en aquellos tiempos y que no cumple por ejemplo la lengua élfica de Tolkien.
Presenta una peculiaridad propia de lenguas como el árabe en la que algunos caracteres de letras aparecen solo al principio de una palabra, otros al final y algunas siempre en el medio de la palabra, mientras que otras hacen pensar en su origen europeo y otras mesoamericano.
El texto contiene más de 170.000 glifos y está escrito de manera fluida, de izquierda a derecha, sin evidencias de signos de puntuación.
El libro se compone de 240 páginas de pergamino y consta de seis secciones: herbarios, astronómica, biológica, cosmológica, farmacéutica y recetas. Se acompaña de numerosas ilustraciones de plantas extrañas, algunas desconocidas, símbolos astrológicos, criaturas extrañas y mujeres desnudas, muchas de ellas con el abdomen hinchado, sumergidas en fluidos y comunicadas extrañamente entre sí mediante tubos, algo que no hace más que aumentar el misterio de su contenido.
Más recientemente, el acreditado lingüista profesor Stephen Bax de la Universidad de Bedfordshire, ha conseguido descifrar diez palabras del libro: identificó “Taurus” junto a un dibujo de siete estrellas; “Kantairon”, “enebro”, “cilantro”… muchas de ellas junto a imágenes de plantas.
Todos opinan, nadie conoce la verdad
Unos dicen que fue escrito en el norte de Italia; otros, en Mesoamérica; los hay que lo relacionan con los cátaros, con Leonardo da Vinci, con la tribu perdida de Israel e incluso que es de origen… ¡extraterrestre!
Asimismo, se han propuesto muchos nombres –algunos ya desestimados definitivamente- como posibles autores del manuscrito: el franciscano Roger Bacon (siglo XIII); el alquimista Edward Kelley (siglo XVI); J. Sinapius, médico personal de Rodolfo II y encargado de sus jardines botánicos; el rector de la Universidad de Praga, Johannes Marcus Merci; Atanasio Kircher; el criptógrafo y amigo de Marci, Raphael Missowsky y hasta el propio Voynich.

Todo por resolver…
En definitiva, a pesar de los esfuerzos empleados hasta la fecha se desconoce todo lo referente al mismo. ¿Esconde un lenguaje encriptado? ¿Se trata de un tratado sobre botánica, farmacia, biología y astrología?
En la actualidad, por encargo de la Universidad de Yale una pequeña editorial burgalesa está realizando 898 facsímiles, de los que 300 ya se han vendido a particulares.
Esperemos que en algún momento aparezca otro Indiana Jones que consiga descifrar el Manuscrito Voynich, uno de los más grandes enigmas del conocimiento humano y descubramos la información que oculta entre sus páginas.
Para saber más:
Manuscrito Voynich (digitalizado)
Rai Storia- «Atanasio Kircher, el hombre que lo sabía todo» (video en italiano)
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