
Hoy quisiera presentaros una pintura del artista venezolano Cristóbal Rojas en la que se puede apreciar el dramatismo de una enfermedad y la melancolía en toda su intensidad, un mal conocido muy bien por el artista y que sufriría hasta el final de sus días, me refiero a la tuberculosis.
Sus orígenes y su historia
Es una de las primeras enfermedades de las que se tiene constancia, y a lo largo del tiempo recibió nombres como tisis, consunción, mal de Pott, escrófula, mal del rey, peste blanca o plaga blanca.
Se tiene constancia de ella desde el Neolítico, con la mutación del bacilo que la causa en relación a la domesticación de los bóvidos salvajes en Europa. Encontramos restos óseos con evidencias de la enfermedad en humanos, datados en torno a 5000 años antes de nuestra era, en un cementerio próximo a Heidelberg. También se han encontrado signos de tuberculosis en momias egipcias datadas entre los años 3000 y 2400 a. C. como la del sacerdote Nesperehân, y algunos sugieren que alrededor del año 1000 a. C. ya existieron hospitales para tratarla en Egipto.
El primer texto clásico en mencionarla es el libro Historiae de Heródoto, cuando narra que uno de los generales de Jerjes I abandona la campaña contra Grecia por agravarse su tisis.
Hipócrates se refería a ella con el término tisis en el libro I del Tratado Sobre Enfermedades, y entonces era mortal, tan fatal que el propio sabio recomendaba a los médicos evitar tratar a los pacientes afectos para salvaguardar su reputación. Será Aristóteles quien apunte su origen contagioso, aunque muchos la consideraron como hereditaria durante siglos.
El gran arquitecto romano, Marco Vitrubio, adelantado a su tiempo en muchos aspectos y a quien ya mencioné en más de un artículo del blog, aconsejaba construir las casas de manera que pudieran ventilarse correctamente, para así prevenir algunas enfermedades como la tisis.
Es muy probable que la tuberculosis ya existiera en América antes de siglo XV -en una variante menos virulenta-, de hecho, existen evidencias del bacilo en la momia de un niño inca del siglo X.
Es significativo que la incidencia de tuberculosis aumenta de manera progresiva al avance del Medievo y del Renacimiento, incluso desplazando a la tan temida lepra, adquiriendo su cénit en el siglo XIX con la aparición de la Revolución Industrial y el empeoramiento de las condiciones sociosanitarias de la población. Entonces, aún se realizaban sangrías (como antiinflamatorio), se utilizaban eméticos y se preconizaba el uso de purgantes.
Fijaros ahora en la imagen de abajo…

Se trata del Congreso Médico Internacional celebrado en el año 1881, en Londres, en el que se reunieron profesores y relevantes médicos de la época y que supuso un antes y un después en la visión y el tratamiento de la enfermedad. El cuadro fue pintado por los hermanos Archibald, Alfred y Arthur Preston Tilt, los tres afectos por la tuberculosis, y en él podemos distinguir a los doctores Louis Pasteur, Jean Martin Charcot, Lord Lister y Sir William Jenner (al final del artículo os dejo un enlace donde podéis entreteneros en buscarlos y dar nombre y apellidos al restos de personajes). Un año después de este congreso, en 1882, uno de ellos, concretamente Robert Koch, descubriría el causante de la tuberculosis, el Mycobacterium tuberculosis, también conocido en su honor como bacilo de Koch.
La enfermedad
Según datos de la OMS, se calcula que una cuarta parte de la población mundial la presenta de manera latente, es decir, tiene la infección pero sin enfermar y sin poder transmitirla. Es una de las diez principales causas de mortalidad en el mundo, especialmente en la India, Indonesia, China, Nigeria y Sudáfrica, y como ya mencioné, está ocasionada por el Mycobacterium tuberculosis. La infección suele afectar a los pulmones y transmitirse entre las personas al expulsar los bacilos al toser, estornudar o escupir a través de gotículas generadas en el aparato respiratorio de los pacientes con enfermedad pulmonar activa. En un año una persona con la enfermedad activa puede infectar entre 10 y 15 personas por contacto directo.
La sintomatología aparece cuando la enfermedad está activa (tos, debilidad, fiebre, sudoración nocturna y dolor torácico). El riesgo de enfermar se multiplica en las situaciones de inmunodepresión (VIH, diabetes, desnutrición) y también en… ¡fumadores!
Se puede prevenir y tiene cura, aunque en la actualidad el bacilo se está volviendo multirresistente a los medicamentos de primera línea más eficaces que se disponen, motivo por el que desde hace poco más de un año la OMS aprobó una prueba de diagnóstico rápido para identificar precozmente a los enfermos y preconizó nuevos tratamientos de administración más corta.
Personajes famosos afectados
Existe una anécdota relacionada con esta enfermedad protagonizada por el dramaturgo más famoso de Francia. Entre los actores y actrices de teatro existe la superstición que asocia la mala suerte en escena con ir vestido de amarillo, y es que Molière moriría en plena función sobre el escenario mientras representaba su obra El enfermo imaginario vestido con un traje de ese color tras un episodio de hemoptisis masiva (expectoración de sangre proveniente de los pulmones).
En la literatura encontramos múltiples ejemplos de personajes enfermos de tuberculosis como Katerina Ivanovna, en Crimen y castigo, de Dostoyevski; o Fantine, en la novela Los Miserables de Víctor Hugo.
En lo que a la pintura se refiere, será Botticelli quien mejor retrate a la mujer aquejada de esta enfermedad. En El nacimiento de Venus, algunos expertos le atribuyen esta enfermedad a su protagonista, una mujer pálida, debilitada, modelo de mujer en el Renacimiento, aunque si soy sincero, a mí no me lo sugiere. Existe otro cuadro, en este caso de Goya, La maja desnuda, donde encontramos a la supuesta Duquesa de Alba, y digo supuesta, porque se sabe que en vida padeció de tuberculosis y dengue, y no parece probable que se trate de la modelo de dicho cuadro.
Hay muchos otros grandes personajes afectados por la enfermedad como Simón Bolívar, el poeta Adolfo Bécquer, Paul Gaugin, Chopin, Paganini, el Cardenal Richelieu, George Orwell, Franz Kafka, Marco Tulio Cicerón, Edmundo VI de Inglaterra, Carlos IX, Luis XII, Luis XVII y Napoleón II de Francia, pero no quiero dejar de nombrar al genial médico Laënnec, el inventor del estetoscopio que tan útil resultó (y sigue siéndolo) en la auscultación pulmonar. Por desgracia, murió a los 45 años de tuberculosis.
Cristóbal Rojas
No, no me olvido del autor de nuestro cuadro, Cristóbal Rojas, y aunque no os dé muchas descripciones de la pintura en cuestión (creo que habla por sí sola) permitidme dároslo a conocer, aunque sea someramente.
Nació en Cúa, estado Miranda (Venezuela), en 1857, y sería su abuelo quien le estimularía su vocación por el dibujo. Su padre, médico, tras el terrible terremoto de 1878 que asoló la región de los valles del Tuy donde residían, haría trasladar a la familia a Caracas, tras vivir un tiempo prácticamente en la indigencia. Muy conocido en los salones de arte de París y Caracas siempre estuvo interesado en retratar la miseria y la muerte, y sus obras siempre muestran ese dramatismo que probablemente sufrió a consecuencia de su enfermedad, junto a su dominio del manejo de la luz. Pintó solo 10 lienzos y murió en Caracas con tan solo 32 años, afecto de tuberculosis.
En la actualidad

Tras la erradicación de la viruela y prácticamente de la poliomielitis, uno de los objetivos de la OMS es erradicar la epidemia de tuberculosis para el año 2030 y no está de más que recordemos que el próximo 24 de marzo es el Día Mundial de la Tuberculosis, día que publicaría Robert Koch en 1882 sus estudios sobre la Tuberculosis en la Sociedad Fisiológica de Berlín.
Si la importancia de una enfermedad para la humanidad se mide por el número de muertes que causa, la tuberculosis debe considerarse mucho más importante que las enfermedades infecciosas más temidas.” (Robert Koch)
Para saber más:
The International Medical Congress, London, 1881.
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