Recientemente, en un taller de ciencia e investigación organizado por jóvenes científicos de la Universidad de Barcelona para niños, mientras ellos realizaban sus “experimentos” a los adultos nos reunieron en una sala y nos propusieron un juego. Se trataba de decir si eran ciertas o falsas unas aseveraciones relacionadas con la ciencia y la historia (no creáis, había premio para el que acertaba más número de preguntas). Una de ellas, la del título, por sorprendente que parezca la respuesta correcta es «verdadero», concretamente fue Arnold Sommerfeld, nominado 84 veces al premio Nobel de Física, entre 1917 y 1951 -solo en 1929 tuvo 9 nominaciones-, pero nunca fue premiado.
Nominado pero no premiado
Se dice que “Planck era la autoridad, Einstein el genio, y Sommerfeld el maestro”, y es que este físico alemán de nombre Arnold Johannes Wilhelm Sommerfeld, nacido en 1868, en la actual Kaliningrado rusa, la ciudad de Königsberg, hizo grandes aportaciones a la ciencia en los campos de la física atómica y de la física cuántica. Doctorado por la misma universidad donde nació, se trasladó al centro de matemáticas más importante de Alemania, la Universidad de Gotinga. Perteneció a una generación brillante de físicos alemanes que, como Einstein y Max Planck, vivieron la caída del Imperio alemán, la llegada de Hitler y la Segunda Guerra Mundial.
Con su primer trabajo sobre la teoría matemática de la difracción impresionó a todos sus colegas, pero no fue más que la primera de sus importantes aportaciones. Estudió la propagación de las ondas electromagnéticas en cables y el campo producido por un electrón en movimiento, siendo su mayor contribución el modelo atómico de Sommerfeld, en el marco de la teoría de la relatividad especial, que permitió dar explicación teórica a la estructura fina del átomo de hidrógeno, introduciendo en 1916 la constante de estructura fina (a=1/137). Este modelo permaneció vigente hasta la aparición de la Mecánica cuántica.
Albert Einstein decía que lo que más admiraba de él, era el haber descubierto a jóvenes talentos, y es que Sommerfeld dirigió las tesis doctorales de cuatro futuros ganadores del premio Nobel en física y química, y veintiuno de sus estudiantes realizaron importantes contribuciones a la ciencia.
Falleció en 1951 en Múnich a consecuencia de un fatal accidente de tráfico sin haber sido premiado con el prestigioso Nobel. Pocos se lo merecían como él, y en 1928, uno de sus colegas escribiría apenado “una vez más, no había sido galardonado con el premio Nobel de Física”.
John Bardeen, el único hombre en ganar dos premios Nobel de física
Quisiera ahora daros a conocer a otro “desconocido” para el público en general. ¿Quién de vosotros sabe quién es John Bardeen? Yo no, la verdad, hasta que di con él al investigar sobre Sommerfeld. Méritos para ser conocido le sobran pues es el único hombre en ganar dos premios Nobel de Física. Puede que su humildad hizo que pasara desapercibido, pero no entre sus colegas.
Nació en Wiscosin en 1908, ciudad de la que sería el primer decano de la Universidad de la Facultad de Medicina. Siempre vinculado a la docencia, le ofrecieron participar en el «Proyecto Manhattan», cobrando mucho más de lo que estaba acostumbrado, pero eso no le importaba y lo rechazó.
Las dos aportaciones a la ciencia que merecieron el premio Nobel fueron el proyecto de telefonía que acabaría desarrollando el transistor, junto con sus compañeros Shockley y Brattain en los laboratorios Bell. Muchos equiparan la trascendencia de este invento del siglo XX a la de la máquina de vapor en la Revolución Industrial, y es que televisores, ordenadores, calculadoras… funcionan gracias a la tecnología de los transistores. Su otra gran aportación fue la teoría que explica el fenómeno de la superconductividad (teoría BCS), en la que colaboraron los físicos Cooper y Robert Schrieffer.
Hay una anécdota que ilustra muy bien su humildad y su amor al trabajo:
Cuando recibió su primer premio Nobel de física en 1956, el rey Gustavo VI Adolfo de Suecia se dispuso a entregárselo, cuando le preguntó por su familia. Bardeen respondió que, de los tres hijos que tenía, solo vino uno a la entrega de premios, porque los otros estaban estudiando en la Universidad de Harvard y no quería que interrumpieran su estudio por algo así. El monarca, atónito le dijo que si volvían a concederle el premio, le obligaría a traer a toda la familia para conocerlos. Bardeen aceptó, como no podía ser de otra manera. En el año 1972, se le concedió el segundo premio Nobel de física, cumpliendo su promesa, trajo a todos sus hijos para que conocieran en persona al rey.
Durante toda su vida siguió estudiando, dedicándose a la docencia e investigación, hasta que en 1991 falleció a consecuencia de una enfermedad cardíaca.
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