El anfiteatro Flavio, más conocido como Coliseo de Roma podía albergar 50.000 espectadores siendo el edificio con más capacidad de la historia hasta el siglo XX. Todos reconocemos, sobre todo por las películas de Hollywood, el gesto del pulgar hacia abajo que determinaba la muerte de un gladiador vencido o el ¡Ave César! los que van a morir te saludan, que repetían los prisioneros condenados a luchar ante la impertérrita mirada del emperador Claudio, pero lo que muchos no saben es que no son más que mitos.
Su construcción se inició en el año 71 d.C. con el emperador Vespasiano, inaugurándolo durante cien días de festejos su hijo y sucesor Tito nueve años después. En su emplazamiento había existido anteriormente otro anfiteatro levantado cien años antes y en sus cercanías se erigía una colosal estatua de Nerón, de la que probablemente se adoptó el nombre de Coliseum.
Los espectáculos (munera) eran patrocinados por ciudadanos y en algunas ocasiones se celebraban literalmente «combates navales» (naumachiae). Estos costosísimos espectáculos quedan documentados por primera vez con Julio César en el año 46 a. C. tras haber hecho construir una piscina cerca del Tíber y después por Augusto en el Campo de Marte, e incluso Claudio en el año 52 d. C., en el lago Fucino.
El emperador Tito ofreció dos naumaquias, una en la piscina de Augusto -donde se enfrentaron miles de hombres- y la otra en nuestro Coliseum. Probablemente, entre el año 85 y 89 d.C se construyó la compleja red subterránea de habitaciones de servicio que podemos ver en la foto superior, y que tras ser inundadas se posibilitaba su celebración.
Estos combates navales eran más sangrientos que las luchas de gladiadores y son en estos espectáculos donde se pronunciaba la célebre frase de …los que van a morir te saludan pues los vencidos no tenían otra salida que la muerte, en contra de las luchas de gladiadores. Los combatientes eran prisioneros esclavos de las contiendas bélicas y por tanto condenados a muerte.
Además del Coliseo de Roma también se celebraban en otros anfiteatros. En el de Mérida se han llegado a encontrar canales y una red de cloacas en su subsuelo con acueductos y aljibes que eran necesarios para poder inundar el foso y así simular auténticos naufragios.
El inconveniente que tenía el Coliseum, respecto a otros lugares donde ya se habían celebrado estos tipos de espectáculos, residía en el poco espacio del que disponían las naves para maniobrar. Durante el transcurso del espectáculo no se dejaba ningún detalle a la improvisación y se inundaba el foso para aparentar la navegación y la confrontación de los barcos decorados. Aunque el método empleado para su inundación es motivo de discusión actualmente debido al obstáculo de la arqueología por la profunda transformación que sufrió el subsuelo del Coliseum, lo que sí se sabe es que se podían alternar con rapidez los espectáculos terrestres y los acuáticos.
Las últimas naumaquias se suponen en el año 109 con el emperador Trajano llegando incluso al año 248 con la celebración del milenario de Roma. En siglos posteriores también se han celebrado estos espectáculos aunque sin la grandiosidad de épocas romanas: Enrique II de Francia (1550) en Ruan; Napoleón (1807) en Milán e incluso en Valencia (1755) para conmemorar el centenario de la canonización de San Vicent Ferrer.
Si quieres ver una reconstrucción en 3D del Coliseum mira este video
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