-Si le digo que en mi mano tengo una moneda o que en mi mano tengo una moneda que me dio un amigo o que en mi mano tengo una moneda que me dio un amigo esta mañana o que en mi mano tengo una moneda que me dio un amigo esta mañana en la plaza. ¿Cuál es verdad?
-Todas pueden ser ciertas -contestó ofuscado el maestro.
-¡Exacto! Todas pueden serlo pero, ¿cuál es más cierta?
-Probablemente la primera.
-¿Por qué? Si todas pueden ser verdad, ¿por qué la primera puede serlo más que la última?
-Es la más simple -contestó don Fernando.
(Extracto de mi segunda novela, El Escrito de Dios)
¿Qué es?
La navaja de Ockham no se trata, como podría parecer a simple vista, el arma blanca de alguien llamado Ockam. De hecho es el nombre que recibe el principio metodológico y filosófico atribuido al fraile franciscano inglés del siglo XIV Guillermo de Ockham (1280-1349). El texto anterior puede ayudar a entenderlo.
El principio se basa en que «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta», es decir, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la más simple tiene más probabilidades de ser correcta.
Se puede aplicar en la práctica diaria por cualquier persona siendo uno de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista, es decir, la que opera sobre conceptos individuales y empíricos.
En la ciencia también se utiliza aunque con matices ya que en ciertas ocasiones una teoría más simple pero menos correcta, no debería ser preferida a una más compleja pero más correcta.
¿Qué significó?
El pensamiento de Santo Tomás de Aquino se basaba en la superioridad de las verdades de la fe aunque intentó integrarlo a la razón de tal modo que ésta, se convertirá en el medio para poder alcanzar dicha verdad. Hasta entonces la fe mandaba sobre la razón y cualquier hecho, por imposible que fuera, se aceptaba por la fe. En su obra, Summa Theologiae, presenta estas ideas, valiéndole por ello el título de Doctor Angélico.
Pero Guillermo de Ockham va más allá de este pensamiento escolástico -al que se enfrenta- y, al igual que ya manifestaban otros franciscanos como Roger Bacon y Juan Duns Scoto, separa esta razón de la fe diciendo que pueden complementarse sin tener que ser oponentes una de la otra. Esto derivó en la separación definitiva de la filosofía -como ciencia- de la teología, ayudando así al progreso posterior del pensamiento y de las diferentes ramas del saber.
Su importancia
La navaja de Ockham ha sido crucial en el desarrollo de la ciencia y muestra de ello es lo que dijo Bacon en una ocasión:
«La matemática es la puerta y la llave de toda ciencia»…
mostrando su entusiasmo por el método experimental como medio para poder adquirir el conocimiento del mundo, método que tan transcendental se volverá en los siglos posteriores.
Origen y por qué del término:
Aparece en el siglo XVI para expresar que Ockham «afeitaba como una navaja las barbas de Platón» al simplificar notablemente la complicada filosofía platónica.
Anti-navajas de Ockham:
Las críticas provienen de quienes la consideran demasiado extrema y así formularon principios (anti-navajas) que ponían en entredicho la de Ockham.
Chatton, Kant, Lewis… e incluso Albert Einstein crearon sus anti-navajas:
A duras penas se puede negar que el objetivo supremo de toda teoría es convertir a los elementos básicos en simples y tan pocos como sea posible, pero sin tener que rendirse a la adecuada representación de un solo dato de la experiencia. Simple, pero no más simple. (Albert Einstein, 1934).
Mi opinión:
Aunque nunca será considerada válida de manera incuestionable, nadie puede negar su valor práctico. Cada día, y probablemente en más de una ocasión, la hemos utilizado para tomar alguna decisión. Cuando tengamos un dilema que resolver hemos de contemplar las posibles soluciones y entonces eliminar las opciones más complejas.
Os recomiendo ver la película basada en el libro de Umberto Eco, El nombre de la rosa. Muchos han identificado al fraile interpretado magistralmente por Sean Connery con Guillermo de Ockham.
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