¿Qué hombre no ha soñado en alguna ocasión con ser un sultán o un faraón? Y si además añadimos el hecho de tener un harén repleto de mujeres… reconocedlo, seguro que todos en algún momento lo hemos pensado. En 1995, una expedición arqueológica dirigida por Kent R. Weeks se disponía a desenterrar cámaras funerarias en el Valle de los Reyes, en la sepultura conocida como KV5. Sin embargo, su objetivo no era encontrar oro, piedras preciosas y magníficas piezas, sino los restos de los hijos del faraón Ramsés II, el más prolífico al engendrar más de 130 hijos en sus 90 largos años de vida.
Tras el fallecimiento de su padre, Seti I, un joven de 20 años llamado Ramsés II (1279 a.C.) asumió el trono de Egipto. En lugar de abordar sus batallas y triunfos contra numerosos adversarios (aspecto que reservo para otro artículo), me centraré en sus esposas y descendencia, algunas heredadas del notable harén de su predecesor.
El harén de Ramsés II consistía en estancias adyacentes a las del faraón (Per Jenret) dispuestas alrededor de un patio, junto con tierras de cultivo, ganado y trabajadores al servicio de las esposas y los hijos del monarca. Es importante no imaginar el harén del faraón en el sentido exótico y erótico oriental, aunque sus esposas también servían y complacían a Ramsés II en todos los aspectos. El harén incluía a la Gran Esposa Real, otras esposas principales y secundarias (princesas extranjeras o mujeres egipcias de familias prominentes), así como a las numerosas servidoras, esclavas y concubinas, junto con aquellas conocidas como las «Bellezas vivas del Palacio» que lo entretenían con sus bailes y canciones. Muchas de estas mujeres nunca verían al monarca, pero disfrutarían de los lujos del harén a lo largo de sus vidas.
Nefertari Meryt-en-Mut, conocida como «aquella por quien brilla el sol», fue honrada como una de las Grandes Esposas Reales por Ramsés el Grande. Él le dedicó el segundo templo de Abu Simbel, enfatizando su posición preferida. Se cree que desempeñó un papel político activo durante las dos décadas a su lado, especialmente en las negociaciones con los hititas, evidenciado en su correspondencia con la emperatriz Puduhepa, la cual sentó las bases para el proceso de paz. Ramsés el Grande amaba profundamente a Nefertari y la consideraba su igual. Nefertari falleció alrededor del 1250 a.C. y recibió un entierro suntuoso. Al igual que muchas otras tumbas egipcias, la suya fue encontrada saqueada en 1904; no obstante, sigue siendo una de las tumbas más exquisitas descubiertas hasta la fecha.
A pesar de las expectativas de que su sucesor, Merneptah, sería uno de los hijos del faraón favorito, resultó que era el hijo de otra de sus Esposas Reales, Isetnofret, la primera esposa del faraón. El heredero al trono era elegido en estricto orden de descendencia, siempre el hijo varón de la Gran Esposa Real o de sus otras esposas principales si no podía engendrar. Sin embargo, todos los hijos del faraón eran herederos potenciales y, si era deseo del faraón, alguna de sus favoritas podía engendrar a su descendencia. La unión ideal en la familia real egipcia ocurría cuando el legítimo heredero del faraón se casaba con su hermana o media hermana, ya que la legitimidad se transmitía a través de la línea femenina. Ya fuera para asegurar la pureza de la descendencia o para otorgar a las princesas el título de reina, Ramsés II se casó con tres de sus hijas: Meritamón, Nebetauy y Bintanat. Otro caso excepcional entre las mujeres de su harén fue el de la princesa hitita Maathorneferura, hija de Hatusili III, quien se convirtió en la primera extranjera en ostentar el título de Gran Esposa Real, un hecho que seguramente no fue bien recibido por las otras esposas principales egipcias.
En relación a su descendencia, existen escasos registros disponibles. Se estima que tuvo alrededor de 50 hijos e igual número de hijas, y lamentablemente presenció el fallecimiento de muchos de ellos, dado que sobrevivió hasta una avanzada edad. En los muros de la tumba KV5 se han identificado los nombres de cinco de sus descendientes, y se espera que futuras investigaciones arrojen más información al respecto.
Durante los 66 años de reinado, Ramsés II celebró once festivales Heb Sed y fue enterrado en la tumba KV7 en el Valle de los Reyes. El descubrimiento de su momia en 1881 es impactante, incluso al observar su rostro en perfil. Más información sobre los festivales Heb Sed se puede encontrar aquí y detalles sobre la momia se encuentran en este enlace.
Él fue uno de los últimos grandes faraones, y lejos de sus victorias y conquistas, también será recordado por su magnífico harén, el harén de un verdadero faraón.
Una novela
La mujer en tiempos de los faraones, de C. Desroches-Noblecourt (1999) Ed. Complutense (Madrid)
Audio
Ramsés III y la conspiración del harén
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