Mirad este cuadro con atención. Corresponde a La última cena, de Juan de Juanes, pintado en 1562 y que actualmente se puede ver en el Museo del Prado de Madrid. Ahora, observemos el cáliz detenidamente. ¿Qué pensaríais si os dijera que puede ser el auténtico Santo Grial? ¿Qué opinaríais si os informara de que se encuentra en la catedral de Valencia? Y en caso de que así fuera, ¿por qué no es tan conocido como otras santas reliquias? Aunque pueda parecer increíble, cabe destacar que, a lo largo de la Historia, se han escrito numerosas páginas acerca de él. En el artículo de hoy, procuraré exponer los motivos que respaldan esta osada afirmación, que, quizás, no resulte tan descabellada como pudiera pensarse.
Su búsqueda se originó mil años después del fallecimiento de Jesús, en la literatura medieval franco-germana, especialmente con la obra inconclusa Perceval o el cuento del Grial (1190) de Chrétien de Troyes. En esta obra se da ingreso al mítico mundo de la corte del rey Arturo y la búsqueda del Grial. Desde entonces, numerosos escritores medievales plantean la posibilidad de que José de Arimatea llevara el cáliz a las islas Británicas, incluyendo a Robert de Boron, quien en el siglo XII publica un relato que explica que, tras resucitar, Jesús se le aparece a José para entregarle el Grial y ordenarle que lo lleve a la isla de Britania. Sin embargo, esto parece sumamente improbable y no existe documento alguno que lo corrobore.
En el último siglo, se han llevado a cabo estudios que parecen arrojar más luz sobre el gran misterio. El historiador alemán Michael Hesemann sitúa el origen de estas leyendas medievales en España. Entre sus investigaciones, destaca aquella que demuestra que el origen de la leyenda del Santo Grial, tal como fue narrada por von Echembach, está basada en su paso por el monasterio de San Juan de la Peña (más adelante explicaré esto con mayor detenimiento). Por su parte, el profesor Antonio Beltrán publicó en 1960 los resultados de un estudio en el que concluye que el Santo Grial se encuentra en la Catedral de Valencia, una afirmación que hasta la fecha nadie ha logrado rebatir. Vamos a explicarlo.
Si observamos el cáliz, destaca su apariencia medieval, con asas y un pie de oro finamente grabados, adornados con perlas y esmeraldas. Sin embargo, la verdadera reliquia se encuentra en la parte superior: una copa de ágata. Los arqueólogos han llegado a la conclusión de que esta copa es de origen oriental, posiblemente palestino o egipcio, y data de los años 100 a 50 a.C.
¿Y cómo llegó a España?
Según varios estudiosos, incluida la profesora norteamericana Janice Bennet, se cree que el Cenáculo (donde se celebró la Última Cena) y el Santo Cáliz pertenecían a la familia de San Marcos. Se afirma que San Marcos entregó la copa a San Pedro, ya que se consideraba importante que los primeros cristianos utilizaran reliquias durante la liturgia, y San Pedro era la figura principal de la Iglesia.
Se admite que después de la muerte de Jesús, San Pedro lo llevó a Roma -esto es muy probable, ya que se sabe que los primeros papas tenían un «cáliz papal»- durante el reinado del Emperador Valeriano (mediados del siglo III), se produjo una dura persecución de los cristianos con confiscación de sus objetos de valor. En ese momento, antes de ser decapitado, el Papa Sixto II confió el cáliz a su administrador, Lorenzo, un diácono nativo de Huesca (algunos dicen que nació en Valencia), en Hispania. Lorenzo lo envió con un grupo de legionarios convertidos al cristianismo a casa de algunos familiares en Huesca. Pocos días después, Lorenzo fue capturado y torturado hasta morir en la hoguera. Era el año 258, y unos años más tarde, se construyó una basílica en el mismo lugar donde fue enterrado, la Basílica de San Lorenzo Extramuros en Roma, por orden del Papa Dámaso I. Está documentado que existía un fresco que representaba al mártir entregando una copa en un soporte con dos asas a un soldado que la recibe arrodillado, pero desafortunadamente, la imagen fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial debido a un bombardeo aliado. En «La vida de San Lorenzo» narrada por San Donato en el siglo VI, se explica cómo San Lorenzo hizo sacar el cáliz de Roma. El manuscrito original no se conserva, pero hay una traducción al castellano realizada por el agustino Lorenzo Mateu y Sanz en 1636, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.
En el siglo VIII, después de la invasión musulmana de la península Ibérica, el obispo de Huesca resguardó la reliquia ocultándola en los Pirineos, marcando así el comienzo de su verdadero peregrinaje. Inicialmente se resguardó en una cueva en Yebra, luego en el monasterio de San Pedro de Siresa, posteriormente cerca de Santa María de Sasabe (hoy San Adrián), hasta su llegada al monasterio de San Juan de la Peña, donde permaneció durante dos siglos y medio. En 1399, fue entregada al rey aragonés, Martín el Humano, quien la resguardó en el Oratorio del Real Palacio de La Aljafería de Zaragoza, y posteriormente en el Real de Barcelona. Hacia 1424, el rey Alfonso V el Magnánimo trasladó la reliquia al palacio de Valencia, y finalmente fue entregada a la Catedral de Valencia en 1437. Existen registros y documentos que avalan su presencia en cada uno de estos lugares, como el escrito de 1071 que menciona la existencia de un «precioso cáliz de piedra» en san Juan de la Peña, y el manuscrito 136 de Martín el Humano del Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona, donde se detalla la historia de la copa.
Cuatro siglos después, durante la Guerra de la Independencia Española en el contexto de las Guerras Napoleónicas, el Santo Cáliz fue protegido llevándolo a Alicante, Ibiza y Palma de Mallorca, y finalmente en 1916 se instaló en la actual Capilla del Santo Cáliz. Posteriormente, fue nuevamente resguardado durante la Guerra Civil, en el pueblo de Carlet.
Volviendo a la pintura de Juan de Juanes, este cuadro fue pintado para el retablo de la iglesia de San Esteban de Valencia durante el reinado de Felipe II. Resulta sorprendente que en la basílica de San Lorenzo Extramuros de Roma están enterrados en la misma tumba los huesos de san Lorenzo y parte de las reliquias de san Esteban. ¿Podría tratarse de una mera casualidad?
Seguro que el tema de hoy puede generar opiniones distintas, pero de todos los cálices que se disputan el honor de ser el auténtico Santo Grial, el de la Catedral de Valencia es el que está mejor posicionado para serlo. Un ejemplo de ello son las recientes muestras de consideración por parte de la Iglesia. Los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI celebraron la Eucaristía con el Santo Cáliz en sus visitas a la ciudad de Valencia. Más recientemente, la Santa Sede ha concedido a Valencia el poder celebrar un Año Santo Jubilar Eucarístico cada cinco años en conmemoración al Santo Cáliz, comenzando este año en octubre.
Una novela
El Maestro del Prado (2013) de Javier Sierra. Ed. Planeta.
Para saber más
El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia (1960), de D. Antonio Beltrán
RNE audio- Javier Sierra «El misterio del Santo Grial»
Catedral de Valencia- El Santo Cáliz
Información basada en Catedral de Valencia y El Mundo
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