
Córdoba (Qurtuba) capital y centro político, cultural y económico de al-Ándalus durante más de tres siglos, fundada como colonia romana en el sigo III a. C. y cuyos orígenes se remontan a los pueblos asentados en la conocida como Colina de los Quemados del Calcolítico, tiene mucha Historia que contar. En las próximas líneas os intentaré acercar esta ciudad, su Mezquita-Catedral, testigo vivo de la Historia, y quien la llevó a su máximo esplendor, al-Hakam II, primogénito del primer califa omeya de Córdoba.
Su Historia…
Bañada por el río Guadalquivir, su minería, primero el cobre y después el bronce, hicieron posible el contacto entre los asentamientos íberos con los fenicios, griegos y cartagineses, que buscaban explotar sus recursos minerales. Capital de la Bética romana, ayudó a la romanización del sur de la Península, estatus que mantuvo a pesar de la decadencia que sufrió a consecuencia de la desintegración del Imperio romano y de la posterior invasión visigoda en el siglo V.
La propagación del Cristianismo y la crisis de las instituciones romanas provocó que los emperadores se apoyaran en los obispos para gobernar las ciudades comenzando a construirse basílicas por toda la ciudad. Pero nada pudieron hacer (a pesar de protagonizar una encarnizada resistencia) para no caer en manos de los visigodos.
En el año 711 la conquista del reino hispano visigodo por parte de los ejércitos islámicos conforman una nueva realidad: el al-Ándalus. Inicialmente dependiente del Imperio Islámico de Oriente (711-756), la dinastía Omeya la gobernaría durante 300 años (756-1031) llevándola a su época dorada hasta el esplendor del califato (929-1031). La guerra civil la dividirá en pequeños reinos de taifas que provocarán el ascenso de otra ciudad, Sevilla, como gran ciudad de al-Ándalus durante los imperios almorávide y almohade (1095-1250). El rey Fernando III el Santo reconquista Córdoba (1236) recuperando ese lugar sagrado al que se le había impuesto durante siglos una fe no cristiana y pasando a depender de Castilla.
La Gran Mezquita de Córdoba y al-Hakam II, el «califa sabio»
Tenía un fin religioso pero también social, cultural y político. Fue construida en cuatro fases:

- Abderramán I, inspirándose en la Mezquita de Damasco, inicia su construcción sobre la basílica de San Vicente, la iglesia principal de la ciudad en aquél momento. La estructura la concibe con la sala de oración (zullah) y el patio de abluciones (sahn), pudiendo percibirse la influencia del arte hipanorromano tanto en los materiales utilizados y en los arcos superpuestos, que alternan ladrillo (rojo) y piedra (beig) quizás tomando como modelo el acueducto romano de Los Milagros (Mérida), como porque el muro de la quibla no fue orientado hacia La Meca, sino más hacia el sur, algo frecuente en las mezquitas de todo el al-Ándalus.

- Abderramán II, realiza la primera ampliación siendo continuista en su ejecución con su predecesor, prolongando las naves del oratorio y el patio

donde Abderramán III construirá después el alminar (actualmente integrado en la actual torre).
- Será durante los quince años que dura el reinado de al-Hakam que la corte de los omeyas brillan como nunca antes lo había hecho. Nace el viernes 20 de enero del año 915 justo durante la llamada a la oración, hecho considerado como buen augurio. Su madre era una cristiana de nombre Maryan, y su padre, Abderramán III, el primer califa omeya de Córdoba, siendo el destino de al-Hakam, como primogénito, muy distinto al de sus hermanos. Mientras que ellos, al llegar a la edad adulta, recibían un palacio y una bella esposa, al-Hakam quedaría encerrado en el alcázar, lejos de toda mujer, por disponer su padre que no podría tener descendencia antes de que él muriera. Y eso ocurre en el año 961, accediendo al trono con 46 años, heredando un califato rico y en paz. Ahora sí podía hacer uso de su harén de 6.300 personas (entre esposas, concubinas, eunucos y servidoras) para compensar toda una vida sin contacto carnal. Establece su residencia en la ciudad palatina construida por su padre a cinco kilómetros de Córdoba, Madinat al-Zahara. Durante todo el tiempo que permaneció recluido recibió una esmerada educación de los mejores maestros de la época y durante su reinado consiguió reunir la biblioteca más grande de Occidente con 400 000 libros, llevando las ciencias y las letras a su apogeo en al-Ándalus. Pero su cargo implicaba el título califal de «Príncipe de los Creyentes» impulsando la ampliación más bella y rica de la Gran Mezquita que realizará entre los años 961 y 965. Los materiales utilizados no son reutilizados sino trabajados ex profeso y muchos de los artistas y arquitectos son bizantinos enviados por el emperador cristiano Nicéforo Focas, quien además regaló los mosaicos empleados en la construcción del mihrab (tened presente que Bizancio libraba guerras contra el califato abbasí de Bagdad).


- Le sucede tras su muerte en el año 976 su hijo Hisham II, que por su corta edad de 11 años es tutelado por Almanzor (Ibn Abi Amir al-Mansur), quien realiza la última ampliación, la más extensa pero también la menos original. Añade ocho naves con arcos cuyo bicolor no se debe a la alternancia de piedra y ladrillo sino que simplemente está pintado para abaratar los costes.
Durante los siglos XV y XVI, convertida ya en catedral, sufre importantes reformas para facilitar el culto entre el bosque de columnas que había en su interior. Unas obras envueltas en gran polémica por suponer una gran ruptura con los espacios islámicos de la Mezquita. El propio emperador Carlos V intercedió para que se realizara la obra, lamentándose después…
Habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes.

Una gran nave cristiana en planta de cruz latina gótica, renacentista y barroca, integradas en las estructuras califales. Se construye la Capilla Mayor, el Crucero, el Coro cubierto con una bóveda inspirada en la Capilla Sixtina; las Capillas subvencionadas por las ricas familias que deseaban ser allí enterradas; el patio musulmán se reforma sustituyendo 98 naranjos a las palmeras y se cubre el alminar de Abderramán III por la actual torre.

En los últimos años se ha mantenido vivo más que nunca el debate de considerar a la Mezquita de Córdoba, Catedral, y ese trato es el que da en la actualidad el Cabildo catedralicio. Consagrada como Iglesia madre de la Diócesis en 1236, bajo el subsuelo se pueden ver en la actualidad los restos arqueológicos del antiguo templo cristiano del siglo IV-VI consagrado a San Vicente sobre el que se construyó la Mezquita, descubiertas gracias a las excavaciones realizadas por el arqueólogo Félix Hernández en 1930. Entre los que argumentan que la Mezquita debe ser siendo considerada como tal, argumentan que desde que iniciara Abderramán I su construcción en el 785 durante cinco siglos ha sido el santuario más importante de todo el Islam Occidental.

Aquí os dejo una presentación de mi propia cosecha 😉
Actualmente es un híbrido arquitectónico donde se fusiona Oriente y Occidente, el Cristianismo con el Islam, una síntesis de la historia de España, pero… ¿tú que opinas?
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